¿Es la Pascua es una fiesta religiosa anticuada, o acaso es algo más? ¿Por qué es un gran lío la muerte de Jesús?
Disfraz de conejito: listo. Canasta con dulces: lista. Huevitos dulces escondidos: listo. Vestido elegante o traje elegante: listo. Reservas en el lugar favorito para el almuerzo: listas.
Suena como Pascua, ¿cierto?
Si bien todas estas tradiciones pueden ser entretenidas, ¿en realidad nos dicen de qué se trata la Pascua? ¿Es más que un feriado laboral o una excusa para reunir a la familia para una foto anual? ¿O solo es un feriado religioso pasado de moda? ¿O hay algo más que eso?
La Historia de la Pascua
Los cristianos creen que la Pascua de Resurrección es central para su fe. De hecho, uno de los primeros seguidores de Jesús declaró que sin la Resurrección no hay cristianismo.1 Entonces, ¿qué hace que celebrar Pascua de Resurrección sea tan importante?
En palabras simples, Pascua de Resurrección es el día en que los cristianos celebran la resurrección de Jesús. Resurrección, como deben saber, es el nombre dado al proceso por el cual alguien que está muerto vuelve a la vida.2 En Pascua, los cristianos recuerdan a Jesús, quien creen murió hace unos dos mil años, resucitó y salió de su sepulcro para vivir de nuevo.
El Significado de Pascua de Resurrección
Bueno, eso sí que es fascinante. Alguien que muere y vuelve a la vida ciertamente es notable, incluso increíble. Pero—sin ser irrespetuoso—, ¿y qué con eso?
Aparte de ser una demostración asombrosa de magia o incluso un milagro, ¿Por qué es tan importante? ¿Por qué la resurrección de Jesús se celebra tan ampliamente y se ha transformado en un feriado nacional en muchas culturas alrededor del mundo?
Los cristianos estiman que la muerte y resurrección de Jesús no solo son importantes sino que eventos centrales en toda la historia. Examinemos por qué ellos piensan esto.
Un Mundo Quebrantado
Si uno mira hoy en día, no es difícil ver lo quebrantado que está el mundo. Pero según la tradición judía y la cristiana, no siempre fue así.
Cuando Dios creó el mundo, era bueno.3 Dios y la humanidad habitaban en perfecta armonía, disfrutando de la compañía cercana uno de otro. Sin embargo, al dar a la humanidad la libertad para elegir con su libre albedrío, Dios asumió un enorme riesgo.4
Al final, nosotros elegimos nuestro propio camino, alejándonos del de él en el proceso.5 Al hacer esto, nuestra relación con Dios se quebrantó, y hemos estado cosechando las consecuencias desde entonces. El mundo no es lo que debería ser, como lo demuestran los conflictos, las decepciones y el descontento en nuestras vidas.
La Historia de la Restauración de Dios
OK, entonces el mundo no está de la manera que debería. ¿Qué tiene que ver eso con la muerte de Jesús?
Bueno, de acuerdo con la teología cristiana, dado que Dios es santo, él no puede estar en presencia de algo que no es santo; ambas no pueden combinarse, como el agua y el aceite. En consecuencia, la relación quebrantada de la humanidad con Dios ha provocado una alienación duradera de su presencia. Y la única manera de superar esa alienación es que la humanidad elija la manera perfecta de Dios: vivir de la manera en que se suponía que lo hiciéramos desde el principio.
Desgraciadamente, dado que estamos infectados con una enfermedad terminal llamada “pecado”, somos incapaces de vivir en perfección.6
Entonces si estamos alienados de Dios y no podemos vivir la vida que se supone que viviéramos, ¿cómo podemos superar este quiebre? En pocas palabras, no podemos.
Porque estamos infectados hasta la médula, ningún esfuerzo humano puede reconciliar nuestra relación quebrantada. Recordemos: el agua y el aceite—la perfección y la imperfección—no se pueden mezclar. De hecho, a raíz de nuestra incapacidad, solo el mismo Dios—quien es capaz—puede superar nuestra alienación. Dios debe iniciar la reconciliación porque nosotros no podemos.
El Papel de Jesús en el Plan de Dios
Entra Jesús. La Biblia sugiere que Jesús era uno con Dios.7 Y si bien él era Dios, tenía carne humana y experimentó lo que nosotros experimentamos. Pero hay una importante excepción: Jesús vivió en completa santidad y una vida sin pecado.
Por tanto, cuando Jesús murió, dio cumplimiento al requisito de Dios de perfección. Al vivir una vida santa y morir en su nombre, Jesús revirtió las consecuencias de la muerte.
En una parábola para niños escrita como una metáfora sobre el gran plan de restauración de Dios, C. S. Lewis sugirió: “Cuando una víctima voluntaria que no ha cometido [pecado] sea asesinada en lugar [de otro] (...), la muerte misma empezaría a trabajar hacia atrás”.8
A través de este acto, Jesús dio a la humanidad un regalo supremo. Enviado por Dios, su padre, vivió la vida perfecta que los humanos no podríamos vivir. Entonces él murió por nosotros. Al hacer esto, nos dio su vida perfecta a nosotros, para que pudiéramos reconciliarnos con Dios y experimentar la vida como había sido pensado.9
La Lógica de la Muerte de Jesús
Esa es una narración larga de considerar. Entonces, con el riesgo de simplificar el significado, aquí hay una explicación abreviada y lógica de la muerte de Jesús:
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- Dios es sagrado; la humanidad, no.10
- La santidad y la no santidad no pueden coexistir.
- Esta oposición provoca un quebrantamiento infinito en la relación de la humanidad con Dios.11
- Dado que somos incapaces de vivir santamente a raíz del pecado, Dios debe cumplir ese requisito a nombre nuestro.
- Jesús -que es uno con Dios- vivió una vida santa y sin pecado.
- Jesús murió a nombre nuestro, y al dar cumplimiento al requisito de la santidad, revirtió los efectos de nuestra relación quebrantada con Dios, haciendo que fuera posible para siempre la reconciliación y la conexión con él.12
Vida Sin Deuda
Esa es la belleza del cristianismo: la humanidad no tiene que pagar la deuda por su pecado porque el mismo Dios lo ha hecho a través de Jesús. Esto es lo que quieren decir los cristianos cuando dicen que Jesús pagó por sus pecados.
Celebramos la Pascua en reconocimiento del hecho de que el mismo Dios—a través de la persona de Cristo—nos amó lo bastante para permitir que la humanidad experimente una relación restaurada con su creador, ahora y para siempre.