La Biblia es un libro muy antiguo e inusual. ¿De dónde vino? Descubre aquí las respuestas.
Millones de personas de todo el mundo ponen su fe en una colección de libros llamadas la Biblia. Consideran que es la Palabra de Dios, se esfuerzan por vivir de acuerdo con sus normas, y creen fervientemente sus historias. De hecho, incluso las personas no religiosas valoran los relatos de la historia antigua de la Biblia y admiran muchas de sus enseñanzas morales.
¿Pero cómo hemos llegado a la Biblia? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Quién escribió y compiló sus libros? ¿Tenían un propósito oculto? Tal vez se inventaron historias o se cubrieron ciertos hechos vergonzosos como Dan Brown sugiere en su novela El Código Da Vinci.1
Estas son preguntas importantes para considerar. Es difícil confiar en algo que leemos sin saber primero de dónde vino; de hecho, no deberíamos solo confiar a ciegas en nada.
En el caso de la Biblia, debemos recordar que no es en realidad un libro, sino una colección de sesenta y seis libros diferentes escritos por numerosos autores. Exploremos cómo se originaron estos libros y con el tiempo formaron la Biblia que tenemos hoy.
El Antiguo Testamento
Israel surgió como una nación solidificada en el antiguo Cercano Oriente cuando los israelitas escaparon de la esclavitud en Egipto y se establecieron en la tierra prometida de Canaán. En el transcurso de su historia, desde alrededor del 1200 al 200 aC, los israelitas produjeron y recopilaron ciertos escritos que eran de gran importancia para su identidad y su fe.
Esta bibliografía incluye documentos históricos que se remontan a sus orígenes como pueblo, los acontecimientos que sus antepasados vivieron, y cómo y por qué creen de sí mismos que tienen una relación única con el único Dios verdadero. También comprende las enseñanzas morales y códigos legales que regían la sociedad de Israel, como los Diez Mandamientos, poemas, canciones, libros de sabiduría y los mensajes registrados de los profetas que guiaron y corrigieron al pueblo.
Algunos de los autores originales se conocen; otros nombres se han perdido para la historia. En total, veinticuatro libros diferentes componen esta colección de escritos sagrados hebreos.
Antes de la época de Cristo, esta colección fue traducida del hebreo al griego, creando una versión llamada la Septuaginta, en consideración a los judíos que vivían fuera de Israel, que estaban más familiarizados con la lengua griega. De este modo, podrían permanecer vinculados a su identidad judía.
En el momento del ministerio de Jesús (alrededor del 28 de la era cristiana), la mayoría de los judíos consideraba que esta antología escrita era el material autorizado para su fe. Llegó a ser conocido como la Torá (la Ley, los profetas y los escritos). Hoy en día también se la llama la Biblia hebrea. Entre los cristianos, es conocida como el Antiguo Testamento.
Desde entonces, algunos de los libros del Antiguo Testamento han sido ordenados de manera diferente y dividido en libros más pequeños (por lo tanto, la mayoría de las versiones de la Biblia hebrea ahora están compuestas por treinta y nueve libros en lugar de veinticuatro). A pesar de esto, el contenido sigue siendo básicamente el mismo.
Hubo otros libros judíos escritos durante este tiempo, algunas de los cuales se compendiaron en una antología conocida como los Apócrifos. Sin embargo, no hay pruebas de que ni los judíos ni los primeros cristianos los consideraran especialmente sagrados, por lo que no se incluyeron en la Biblia hebrea.
El Nuevo Testamento
La escritura de los libros del Nuevo Testamento se llevó a cabo en el transcurso de los primeros doscientos años del movimiento cristiano. Poco después de la muerte de Jesús (alrededor del 30 de la era cristiana), comenzaron a aparecer obras que fueron escritas por los primeros seguidores de Jesús. Estos seguidores creían que Jesus era el hijo de Dios, enviado por Dios para ser el Mesías de Israel y el Señor de todo el mundo.
Los primeros escritos recopilados eran cartas, muchas de ellas de un líder cristiano viajero llamado Pablo.2 Otras fueron escritas por los primeros discípulos llamados Santiago, Pedro y Juan. Las cartas incluidas en el Nuevo Testamento fueron escritas a diversas iglesias o individuos y frecuentemente abordaban problemas específicos que enfrentaban estos primeros cristianos.
A medida que el movimiento cristiano fue creciendo y se contaban y volvían a contar historias acerca de Jesús, algunos decidieron documentar los acontecimientos de la vida de Jesús para que existieran crónicas precisas para la posteridad. La tradición registra que Mateo y Juan, discípulos originales que fueron testigos de muchos de los acontecimientos que describen, escribieron cada uno, uno de estos relatos del evangelio (evangelio significa "buenas nuevas") de la vida, muerte y resurrección de Jesús. Los otros evangelios, los de Marcos y Lucas, fueron escritos por hombres que tuvieron acceso directo a los primeros seguidores de Jesús. Ellos investigaron de la mejor manera posible para comprobar la veracidad de sus relatos.3
Lucas también escribió un segundo libro, conocido como el libro de los Hechos o los Hechos de los Apóstoles. Esta obra detalla la historia del movimiento cristiano primitivo, es decir, lo que sucedió después de la muerte y resurrección de Jesús. Juan también escribió un segundo libro, el texto apocalíptico conocido como Apocalipsis.4 Junto con las cartas de Pablo y los evangelios, estos escritos fueron ampliamente difundidos y leídos por las iglesias de todo el imperio romano a finales del siglo I dC.
Escritos adicionales acerca de Jesús y el movimiento cristiano aparecieron en los siglos que siguieron. La legitimidad de algunos era dudosa, mientras que otros eran más claramente fiables. Al igual que con la Biblia hebrea, hay algunos textos que han sido recogidos en los libros apócrifos, pero no están incluidos en el canon general de la Biblia.
La mayoría de los cristianos creen que los primeros escritos fueron inspirados por Dios de una manera distintiva y convincente. Estos primeros textos fueron escritos por personas de la primera generación de seguidores de Jesús, aquellos que realmente habían visto a Jesús después que resucitó de entre los muertos. Ganaron la aceptación universal entre la gran mayoría de los grupos cristianos y fueron consistentes con las creencias y prácticas generales reconocidas en las primeras iglesias. Estas cualidades motivaron a los líderes de la iglesia a comenzar a identificar un "Nuevo Testamento", que cumplía lo que se había escrito en el "Antiguo Testamento".5
A finales del siglo II de nuestra era, numerosos libros fueron universalmente aceptadas como bíblicos: los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), Hechos, las trece cartas atribuidas a Pablo, 1 Pedro y 1 Juan. Los libros de los Hebreos, Santiago, 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas y Apocalipsis se enfrentaron a un escrutinio más cuidadoso, pero fueron finalmente aceptados como textos bíblicos autorizados.
En el año 367 de la era cristiana, el respetado líder de la iglesia Atanasio publicó una lista universal de los veintisiete libros del Nuevo Testamento. Junto con el Antiguo Testamento, este canon forma la Biblia que tenemos hoy, que ha sido traducida a numerosos idiomas.
Controversia
Es importante entender que las compilaciones del Antiguo y Nuevo Testamento no fueron tan controvertidas como algunos escritores modernos han afirmado. No hubo reuniones a puerta cerrada de judíos o cristianos poderosos que votaron ciertos libros a favor o en contra basándose en intereses políticos. Y, contrariamente a la entretenida novela de Dan Brown, El Código Da Vinci, el emperador Constantino no controló el resultado.
Más bien, la Biblia surgió lentamente como un libro sagrado porque la gente de fe encontró propósito y significado en sus escritos. Reconociendo su valor duradero, conservaron sus escritos para las generaciones que les siguieron.