¿Halloween es algo malo? ¿Pueden los cristianos participar en esta fiesta?
Pregúntale a cualquier persona en la calle qué es Halloween, y muy probablemente te dirán que es una fiesta observada el 31 de octubre que involucra disfraces y abundantes cantidades de dulces. Y ciertamente, estarían en lo correcto.
Dentro de los Estados Unidos, Halloween es una de las fiestas de mayor consumo—sólo le precede la Navidad en términos de ingresos de venta al menudeo.1 De hecho, una cuarta parte de las ventas anuales de dulces en los Estados Unidos ocurren en Halloween.2
Si das un paseo corto en automóvil por casi cualquier barrio suburbano a finales de octubre, te darás cuenta que la decoración de Halloween se ha convertido en un gran negocio. Igualmente, una visita a la tienda de comestibles de tu localidad muestra que de pronto, los estantes están llenos de tus dulces favoritos en versiones de Halloween. Llega octubre y casi todos los dulces están disponibles en forma de calabazas y fantasmas.
Pero pregúntale a un cristiano evangélico conservador sobre Halloween y obtendrás una respuesta muy diferente. Tal vez escuches sobre una fiesta pagana que glorifica la maldad y la oscuridad, un día que representa un verdadero y presente peligro para los niños.
Mientras algunos cristianos advierten contra Halloween, muchos ignoran que los orígenes de la fiesta incluyen raíces cristianas—no sólo paganas. Comprender sus orígenes puede ayudarte a decidir si celebrarás (o no) Halloween.
La Historia Cristiana de Halloween
La palabra “Halloween” es una derivación de Hallowe’en, que es una contracción de “All Hallows' Even” o “All Hollows’ Eve,” que significa, “Víspera de Todos los Santos” (también conocido como Día de los Santos Difuntos o Día de los Fieles Difuntos).
Designado por la Iglesia católica, el Día de Todos los Santos está destinado para hacer una celebración colectiva de los santos difuntos, tanto conocidos como desconocidos. Celebrado el 1 de noviembre desde el siglo VIII, el Día de Todos los Santos es una celebración solemne que se centraba en los héroes de la fe.
Cuenta la leyenda que en 1517, el reformador cristiano Martin Lutero eligió la Víspera de Todos los Santos como la fecha para publicar su aclamada “Las 95 tesis” desafiando a la Iglesia católica sobre la puerta de la capilla en Wittenberg, Alemania. Aunque Lutero no estaba pidiendo dulces, su tiempo probablemente no era una coincidencia. Desde ese día en 1517, Halloween ha sido también conocido como Día de la Reforma.
En este punto, es importante mencionar la festividad del Día de los Muertos (también conocida en México como Día de los Santos Difuntos) y que se celebra también en algunas partes de América Latina y Estados Unidos. Al igual que el Día de Todos los Santos, el Día de los Muertos se dedica a recordar y orar por los familiares y amigos que han fallecido.
Aunque se observa desde la noche del 1 de noviembre al 2 de noviembre, a diferencia de Halloween, el Día de los Muertos no involucra disfraces. Más bien, el enfoque central se encuentra en los altares que se construyen para honrar a los muertos. Las personas colocan ofrendas—como el tradicional pan de muerto, tequila, calaveras de azúcar, velas, incienso, flor de cempasúchil y lo más importante, fotos de los seres queridos que han partido—en estos tradicionales altares.
La Historia Pagana de Halloween
Las raíces paganas de Halloween preceden su historia cristiana, pero no es único en este aspecto. Navidad, Pascua y la idea de adorar los domingos, todas también tienen conexiones con el paganismo. Estas cualidades son simplemente más obvias y se resisten más persistentemente en el caso de Halloween.
Algunos historiadores atan los orígenes de Halloween con el festival de la cosecha celta de Samhain (se pronuncia saw-in), que marcó el final de la cosecha y el comienzo de los meses de un oscuro invierno. Se creía que los espíritus de los muertos, demonios, y las brujas caminaban en la víspera de Samhain, haciendo travesuras y destruyendo cosechas.
Para contrarrestar este mal imaginario, los sacerdotes celtas hacían hogueras y ofrecían sacrificios. Cuando los romanos llegaron a territorios celtas justo después de la muerte de Cristo, mezclaron sus propias ceremonias de cosecha con las de los celtas.
Los primeros cristianos entonces respondieron designando la noche previa al Día de todos los Santos como “All Hallows' Eve” en un “intento por parte del cristianismo de abrumar a la tradición de los espíritus malignos con la verdad del Evangelio.”3 Desde este tiempo Halloween ha sido una amalgama de influencias paganas y cristianas—una curiosa mezcla del bien y del mal.
Halloween Hoy en Día
La práctica de ponerse un disfraz e ir de casa en casa pidiendo dulces comenzó a mediados de 1800 en América y la tradición de cantar, “Noche de Brujas, Halloween” (trick-or-treat) continúa hasta hoy en día. Los festivales de otoño, venta de pasteles, reuniones de barrio e incluso los eventos en las iglesias para los niños también son eventos muy comunes de Halloween.
“Entre luces decorativas y adornos de jardín, trajes elaborados y montones de caramelos, el estadounidense promedio gasta una gran cantidad de dinero en esta festividad de otoño,”4 pero en los últimos años Halloween ha tomado un giro un poco más oscuro. Los trajes se han convertido cada vez más atrevidos y provocativos desde los años 70s, hasta el punto donde la creatividad a veces recibe un golpe a favor de la piel expuesta.5
Al mismo tiempo, eventos como los del desfile de Halloween de la Villa de la Ciudad de Nueva York (New York City’s Village Halloween Parade) presentan temas que invitan la “salvajemente creativa participación del público.”6 El tema del desfile de 2014, por ejemplo, es el Jardín de las Delicias Mundanas (puedes imaginar que esto no mejora la impresión de algunas personas sobre la celebración). Los organizadores del desfile lo describen como “un lugar que no es seguro para dejar lo salvaje fuera; ¡es un lugar seguro donde el desenfreno de la imaginación está invitado!”7
¿Deberían los Cristianos Celebrar Halloween?
Ya sea que veas Halloween como una oportunidad para disfrazar a los niños y vayas de puerta en puerta en tu barrio pidiendo caramelos, o como una festividad del mal que debe ser evitado a toda costa, encontrarás mucho apoyo para tu postura.
El evangelista Pat Robertson famosamente llamó Halloween “un festival del diablo,”8 insistiendo que la participación de los cristianos está mal. Otros líderes evangélicos expresan la esperanza de que “todos los cristianos pensarán bíblica y cuidadosamente cualquier día de fiesta, cualquier evento, y de qué manera pueden ser sal y luz en ella.”9
Jesús, después de todo, “desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal” en la cruz.10 Al resistirse activamente a algunas de las actividades más cuestionables de Halloween y ser un prójimo amoroso con las familias en tu área (¡incluso tal vez el que da los mejores caramelos!), es posible hacer una declaración positiva en lo que muchos consideran una noche negativa.
El sacerdote Episcopal Justin Holcomb sostiene que “una comprensión informada de la historia de Halloween y la libertad bíblica que tienen los cristianos para realizar prácticas culturales. . . conduce a la conclusión de que podemos seguir nuestra conciencia en la elección de cómo abordar esta festividad.”11