Tener preguntas es un sentimiento universal. El siguiente paso es buscar la verdad.
La duda es el principio de la sabiduría.Sócrates
“¡No estás siendo razonable!”, exclamó él; ella retrocedió, herida por su acusación. Esta pequeña frase puede ser un insulto bastante duro en el mundo actual.
En nuestro mundo, la razón se tiene en una estima muy alta, todo está sometido al imperio de la razón. Para obtener la etiqueta de “verdad”, las cosas deben pasar pruebas científicas y matemáticas de lógica, coherencia y rigor intelectual. Mientras que la emoción y la intuición no son malos en sí mismos, no debe permitirse que interfieran con nuestra evaluación de si algo es pragmático, sostenible y capaz de dar el mayor bien al mayor número.
Este enfoque racional y utilitario de las cosas ha impulsado grandes avances en la medicina, el transporte, las comunicaciones y la tecnología. En su conjunto, esto ha sido bueno, pero tales avances han tendido a suprimir nuestras necesidades espirituales de comunión, intimidad, belleza y propósito. Nuestras necesidades físicas y deseos se han cumplido, no nos faltan las comodidades; pero, ¿qué pasa con aquellas preguntas más profundas que escapan a la razón y no pueden expresarse en términos de premisas y enunciados científicos?
La Mente y el Corazón
Mientras que nuestra mente se pregunta si Dios existe y si el alma es inmortal, nuestro corazón duda y anhela y sufre por una especie de significado que no puede ser visto, escuchado o tocado. Sin importar cuánto puedan mejorar nuestras vidas gracias al progreso científico, no podemos eludir o borrar esa molestia de que ni nosotros ni nuestro mundo son como deberían ser.
Mentalmente preguntamos: “¿Qué religión es verdadera?”, o bien, “¿qué debo hacer para ser salvado?”, pero nos preguntamos con el corazón si tenemos algún valor e inclusive, si Dios existe y cuidará de nosotros. El llamado del corazón es un llamado de amor y aceptación, no desea respuestas filosóficas ni divinas, sino una presencia real.
La mente quiere ser instruida; el corazón quiere ser abrazado. La mente anhela conocer; el corazón anhela ser conocido. La mente exige un sistema, el corazón desea volver a casa.
El Verdadero Hogar
Destellos en que el verdadero hogar nos ilumina como los rayos del sol en un día nublado. Incluso cuando no estamos buscando activamente esos destellos, vienen a nosotros espontáneamente: la melodía de una canción, las estilizadas alas de una mariposa, la niebla alrededor de la cumbre de una montaña, la sonrisa de un niño pequeño, un gimnasta disparándose en el aire para su desmontaje, una imagen parpadeante de una vieja película en blanco y negro; todos hablan de un mundo donde la belleza es más valiosa, más real, más duradera.
Sentimos que hemos llegado de ese mundo de belleza y que, a pesar de que hemos sido separados de alguna manera, todavía pertenecemos allí. La Revolución Francesa, la Unión Soviética, la Alemania fascista, la China maoísta, la Camboya comunista: todas trataron de aplastar la religión del hombre y sustituirla por una utopía temporal. No solo fracasaron, sino que llevaron a cabo atrocidades horribles que mataron a las almas de sus mismos pueblos.
Los intentos democráticos occidentales bajo una “utopía ligera” han sido menos brutales, pero han dejado a la mayoría de la gente con hambre de algo más. Por primera vez, se han satisfecho nuestras necesidades físicas, entonces, recordamos que tenemos otra dimensión que no puede ser alimentada con comida, posesiones o entretenimiento. En un mundo de abundancia, seguimos sedientos e insatisfechos.
No es Suficiente
A pesar de lo que nuestras mentes puedan manifestar, nuestros corazones nos dicen que este mundo no es suficiente, que fuimos hechos para algo que trasciende el tiempo y el espacio. Por eso nos dirigimos a la fantasía, la magia y el misticismo. Anhelamos una voz más allá de la naturaleza que hable palabras con significado y amor. Deseamos un mundo que brille con gloria, esplendor y santidad. Queremos, en definitiva, que Dios venga a nosotros y esté con nosotros.
Y, sin embargo, estamos hechos de tal manera que la sola fantasía no es suficiente. Debe tener sus raíces en la historia, en la vida real, si es que ha de transformarnos y darnos esperanza. Queremos una historia, pero finalmente, debe ser una historia verdadera, un mito que se haga realidad y renueve el mundo.
Pero, ¿dónde vamos a encontrar una cosa así? Empecemos por salir del reino de la maravilla y lanzarnos a la exploración activa de "Dios", del "significado y propósito", de la "verdad" y de la religión.