Creación de la Luna: ¿Milagro o Casualidad?

Creación de la Luna: ¿Milagro o Casualidad?

Tú has visto la luna casi todas las noches. ¿Te has preguntado alguna vez cómo fue creada?

Podría apostar que cada uno de nosotros ha pasado algún tiempo mirando a la luna. Independientemente de nuestros trabajos, ingresos o antecedentes personales, todos vemos la misma luna. De luna creciente a luna llena y de vuelta otra vez, la luna es una presencia constante en nuestro mundo. Pero ¿cómo llegó aquí?

Sir Colin Humphreys, Profesor de Oxford de Ciencia Material ha observado que existen dos tipos de milagros. Tratando de ser claros, llamemos a estos dos tipos primer orden y segundo orden. Un milagro de primer orden es puramente sobrenatural, tales como la inmaculada concepción y la resurrección. El milagro de segundo orden es una ocurrencia que puede ser explicada naturalmente, pero cuya coordinación de tiempo resulta en exactamente una combinación de circunstancias correcta para alcanzar un fin específico.1

¿Podría esta segunda definición de milagro aplicarse a la formación de la luna?

Esto podría parecer como poner la “religión” o la idea de lo sobrenatural donde no pertenece. La Biblia puede decir todo lo que quiera acerca de quién creó la luna, podrías estar pensando, pero la ciencia explora cómo pudo haberse formado.2 Pues bien, echemos un vistazo a la ciencia más reciente. Después puedes decidir si nuestra luna podría clasificarse como un milagro de segundo orden o si fue creada, como lo mantienen los naturalistas, por casualidad.3

Para que algo sea un milagro de segundo orden, la coordinación de tiempo y la secuencia de eventos celestiales deben ser organizadas excepcionalmente de tal manera que se logre un fin específico—en este caso, ese fin específico es un planeta con un medio ambiente que sea capaz de sostener vida.

Más que una Luz Nocturna o un Ícono Romántico

Para entender por qué necesitamos una luna y por qué tiene que ser precisamente como es, primero repasemos su importancia.

La Biblia dice que la luna solamente sirve como una “luz menor” por la noche y, junto con las estrellas, como señales para indicar el cambio de las estaciones del año. Por supuesto, estas eran dos cosas muy importantes para la comunidad de lectores hebreos antiguos que vivían sin luz artificial.4

Podríamos quizá mofarnos de la referencia de la “luz menor,” gran parte de nuestra población moderna no tiene más comprensión sobre el papel fundamental de la luna en nuestra existencia de lo que lo hicieron los primeros israelitas. Desde letras de canciones y alusiones poéticas, uno podría pensar que la luna es poco más que un ícono romántico. Pero uno no podría estar más equivocado—como lo revela la ciencia moderna.

La Fuerza de Gravedad de la Luna

Imagina el desafío de girar un trompo. Sólo se necesita la acción del giro y el tirón correcto para lograr que el trompo gire exitosamente. Cuando el trompo comienza a tambalearse sobre su eje, sabes que está listo para llegar a su caótico final. Sin nuestra luna en su configuración actual, la tierra—que también gira sobre su eje—se tambalearía como un trompo, provocando consecuencias catastróficas para toda la vida.5

La función de estabilización requiere que la relación de la proporción de la masa de la luna sea mayor a la masa de tierra, en comparación con la de otros planetas con las lunas. Porque nuestra luna es grande en comparación con las lunas de otros planetas, su fuerza gravitacional domina la fuerza de otros planetas. Por lo tanto el eje de rotación de la tierra está estabilizado.6

Un astrónomo describe lo que sería la vida en nuestro planeta si la inclinación del eje de la tierra estuviera como el de otros planetas:

Cuando el Polo Norte se inclinaba hacia el sol durante el verano del año, la mayor parte del hemisferio norte experimentaría meses de luz perpetuamente abrasadora. Altas latitudes del norte estarían sujetas a un calor abrasador, lo suficientemente caliente para hacer que el Valle de la Muerte se sintiera como un picnic de primavera sombrío en julio. Cualquier sobreviviente sufriría meses brutalmente fríos de noches eternas durante la otra mitad del año.7

Sin la inclinación de 23.5 grados (más o menos 1 grado) de la tierra, las lluvias estarían mucho menos bien distribuidas. Pocos lugares serían adecuados para la agricultura, y tendríamos áreas mucho más grandes de desierto salpicados por grandes inundaciones en otras regiones.8

La fuerza gravitacional de la luna también es responsable de aproximadamente dos tercios de los efectos de la marea en los niveles de los océanos (el sol es responsable de la otra tercera parte). Mientras que las mareas pueden parecer una molestia para algunos, son vitales para la ecología de los humedales y las bahías donde la mezcla de los nutrientes del mar y la tierra proporcionan la base para la cadena alimenticia de la vida marina. Además, se cree que es responsable de las corrientes de aguas profundas que crean climas más suaves en las latitudes del Norte (por ejemplo, la corriente del Golfo y Gran Bretaña).9

Además, a través de su fuerza gravitacional, la luna redujo el periodo de rotación original de la tierra (el período de tiempo entre el amanecer de un día hasta el amanecer del día siguiente) que era de aproximadamente 4 a 5 horas hasta lo que actualmente es de 24 horas. Imagina tratar de terminar todos los pendientes del día en sólo cinco horas.

Considerando las leyes y constantes gobernantes de la naturaleza, es justo decir: si no hay luna, no hay nosotros.

¿Teia, Theos o Ambos?

Hasta hace poco, había un modelo de cómo se hizo la luna. Ahora hay varios modelos o teorías, pero todas tienen esto en común: nuestra luna es el resultado de una colisión fortuita—al principio de la historia de la Tierra—de un objeto del tamaño de un gran planeta, (llamado Theia, proveniente de una diosa griega de la luna) con la Tierra sólo en el ángulo y la velocidad correcta. Esta situación se conoce como Teoría del Gran Impacto.

Una variación en cualquier aspecto del modelo estándar habría dado lugar a la creación de una luna que es incapaz de ayudar a mantener la vida en la tierra. Recientemente, los astrónomos han encontrado un problema en el modelo estándar que requiere de un conjunto de variables “simplemente correctas” aún más complejo del que originalmente se pensaba. Como lo expone uno de los autores, “el principal desafío es considerar simultáneamente la dinámica de los pares—en particular, el momento angular total contenido en la órbita de la luna y los días de 24 horas de la Tierra—mientras también se reconcilian sus muchas similitudes compositivas y algunas diferencias claves.”10

¿Podría ser que algo más grande está pasando aquí? Todas estas variables conjuntándose por sí solas parecen cada vez más improbables. ¿Podría la formación de la luna ser un milagro de segundo orden?

Si me permites el juego de palabras, ¿qué pasa si Theos (la palabra griega usada para el Dios Cristiano) usó a Teia para hacer nuestra luna?

Reacción de la Comunidad Científica

La revista Nature es quizás la publicación científica más prestigiosa en el mundo. También está firmemente arraigada en el naturalismo, como su nombre lo indica.11 Así que fue realmente una sorpresa leer en una reciente serie de artículos sobre la formación de la luna que los principales teóricos de formaciones lunares están expresando su malestar (“inquietud filosófica,” en las palabras de uno de ellos) con la aparente sintonización de las circunstancias que han tenido que ocurrir para que nuestra luna se formara.12

Esta inquietud no es el resultado de lo que los críticos del cristianismo legítimamente desdeñan como la mentalidad del Dios las brechas, en la cual los cristianos y demás religiosos asignan misterios de la naturaleza a Dios. (Por ejemplo, un rayo—antes de que su naturaleza eléctrica fuera entendida—fue asumido para ser de un Dios o un Dios enojado). Para decirlo sin rodeos, el razonamiento del Dios de las brechas se basa en la ignorancia.

En cambio, lo que vemos con todas las formas de la sintonía es que cuanto más aprendemos sobre la naturaleza, más nos damos cuenta de que hay un diseño subyacente que hace posible la vida. Junto con la creación del ADN, la proporción “simplemente correcta” de la masa de características subatómicas, la expansión del Big Bang, y lo que revela el registro fósil sobre la aparición de la vida, la formación de la luna es uno de los muchos candidatos de milagros de segundo orden.

  1. Sir Humphreys cita los israelitas cruzando el mar rojo como un ejemplo, señalando específicamente donde la Biblia dice que Dios envió  un “viento del este” para separar las aguas, tiempo justo para proporcionar escape de los egipcios. Véase La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional © 1999, Éxodo 14:21.
  2. Véase La Santa Biblia, Génesis 1:14. Véase también Hugh Ross, Navigating Genesis: A Scientist’s Journey through Genesis 1–11 (Covina, CA: Reasons to Believe, 2014), capítulo 5, edición de Kindle. En Navigating Genesis, Ross explica que el hebreo original no dice que el sol y la luna fueron creados en el cuarto día de la creación, sino que, junto con las estrellas, aparecieron (desde el punto de vista de la superficie de la tierra) en el día 4. En el vocabulario limitado del hebreo antiguo, muchas palabras tienen significados múltiples. Desafortunadamente, algunas traducciones dan la impresión de que una interpretación literal de la Biblia exige que uno acepte que el sol y la luna fueron creados después de la tierra.
  3. El término “naturalista” se utiliza para referirse a un naturalismo filosófico—no necesariamente alguien que disfruta y estudia la naturaleza. Un naturalista filosófico es alguien que cree que la naturaleza es todo lo que hay, mientras que un sobre naturalista cree en un reino espiritual más allá del mundo material. Los términos “naturalista” y “materialista filosófico” son prácticamente intercambiables; Ambos son un subconjunto de ateísmo.
  4. Véase La Santa Biblia, Génesis 1:14–16.
  5. J. Laskar, F. Joutel, y P. Robutel, “Stabilization of the Earth’s Obliquity by the Moon,” Nature 361, (18 de febrero de 1993), 615–617. Accesado en http://www.nature.com/nature/journal/v361/n6413/abs/361615a0.html.
  6. Bernard Foing, “If We Had No Moon,” Astrobiology Magazine, http://www.astrobio.net/index.php?option=com_retrospection&task=detail&id=2507.
  7. Guillermo Gonzalez y Jay Richards, The Privileged Planet (Washington, DC: Regnery Publishing, 2004,) 4–5.
  8. Ibid., 6.
  9. Ibid., 6–7.
  10. Robin Canup, “Planetary Science: Lunar Conspiracies,” Nature, 4 de diciembre de 2013, http://www.nature.com/news/planetary-science-lunar-conspiracies-1.14270.
  11. Una discusión sobre la postura sobre el anti-creacionismo y el diseño anti-inteligente por la naturaleza y otras publicaciones similares se encuentra en “Why isn’t intelligent design found published in peer-reviewed science journals?” Intelligent Design and Evolution Awareness Center, http://www.ideacenter.org/contentmgr/showdetails.php/id/1163.
  12. Tim Elliott y Sarah T. Stewart, “Planetary Science: Shadows Cast on Moon’s Origin,” Nature, 4 de diciembre de2013, http://www.nature.com/nature/journal/v504/n7478/full/504090a.html.
  13. Crédito de Foto: Aleksandra Kovac / Stocksy.com.