La idea de un hombre muerto que regresa a la vida no se ajusta en nada a lo que conocemos acerca de la realidad.
Supongo que tengo una inclinación casi invencible a no creer toda la historia de la resurrección (...) porque me parece tan ampliamente incoherente con todo lo demás que sucede en el universo.Antony Flew1
El 3 de enero de 2003 en la California Polytechnic University, dos destacados filósofos sostuvieron un diálogo público centrado en la pregunta “¿Realmente sucedió la resurrección de Jesús?”
Uno de estos pensadores era un ex escéptico que había escrito su disertación doctoral sobre el tema. El otro era el brillante filósofo británico y ateo de todos los tiempos el Dr. Antony Flew.2 Ambos académicos habían sido amigos por más de veinticinco años, y la discusión fue abierta y transparente.
Durante el debate, Flew confesó su "nula inclinación" a creer que la resurrección de Jesucristo podría ser un evento histórico y plausible. En cierto sentido, Flew estaba declarando lo evidente: la idea de un hombre que estuvo muerto por tres días y volvió a la vida no corresponde con nada de lo que conocemos acerca de la realidad.
Nuestra experiencia con la muerte nos indica que es definitiva. No conocemos excepciones a esa regla. Nuestra ciencia no tiene un lugar para la reversión de la muerte en un cuerpo que ha estado muerto por más de cuarenta y ocho horas.
En el caso de la resurrección de Jesús, ¿no es más probable que estemos lidiando con una historia elaborada hace dos mil años? ¿Por qué deberíamos darle alguna credibilidad?
Y ya que estamos en eso, ¿cómo puede alguien adoptar la idea de que la resurrección tuvo lugar realmente? ¿Alguna persona reflexiva ha sido capaz de hacer eso sin renunciar por completo a su capacidad de razonar?
Hacerlo requeriría que el evento sea situado en una categoría propia. ¿Qué fundamentos tiene la gente inteligente para garantizar una creencia en la resurrección de Jesús?
La Importancia de la Pregunta
Cuando consideramos las implicaciones de la afirmación que han hecho los cristianos, entendemos que hay mucho en juego. Los cristianos afirmaron que sucedió un evento singular: Jesús de Nazaret—que había sido crucificado por soldados romanos—estaba vivo de nuevo tres días después y se apareció a muchos de sus seguidores.
Si la afirmación es cierta, entonces sucedió una cosa genuinamente única, que posiblemente distingue a Jesús de todos los otros maestros y líderes religiosos de manera muy clara. Si la afirmación es falsa y la resurrección nunca ocurrió, el mensaje cristiano carece de sentido.
El primero de los escritores cristianos, el apóstol Pablo, reconoció esto y escribió esto alrededor del año 56 DC, apenas unos veinticinco años después de la muerta de Jesús:
Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe (...) Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados. Por tanto, también los que murieron en Cristo perecieron. Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres!... Si los muertos no resucita, "comamos y bebamos, que mañana moriremos".3
La validez de toda la fe cristiana reposa verdaderamente sobre este tema: ¿Sucedió realmente la resurrección de Jesús?
Pero independientemente de que seas cristiano o no, esta pregunta histórica vale una evaluación bien pensada.
Armando el Rompecabezas
Es obvio que la resurrección de Jesús no es un “hecho” en el sentido de que tengamos recuentos fotográficos o grabaciones de video del evento mismo, pero está rodeado por un grupo de hechos históricos. Estos hechos son piezas de un rompecabezas histórico que uno debe juntar al contemplar la resurrección.
La primera pieza es esta: Jesús de Nazaret murió fuera de Jerusalén por crucifixión por orden de Poncio Pilato, un gobernador romano en Judea, alrededor del año 30 DC. Fue sepultado en Jerusalén. Estos hechos rara vez son cuestionados por historiadores.
Además, una presencia persistente de cristianos en Jerusalén desde la muerte de Jesús virtualmente asegura la identidad de la Iglesia del Santo Sepulcro como el sitio de la tumba de Jesús.4 Esa no es una parte de conocimiento que los cristianos habrían olvidado o habrían dejado de traspasar de una generación a otra.5
Aquí hay otra pieza para el rompecabezas: En el tercer día después de la crucifixión de Jesús, se informó que su tumba estaba vacía. Esto no prueba nada si se lo considera de manera aislada: se lo debe contemplar junto con la evidencia.
Si el cuerpo hubiese estado en el sepulcro, habría sido relativamente fácil para las autoridades religiosas opositoras al movimiento de los primeros cristianos silenciar a los creyentes mostrando el cuerpo de Jesús. Si el sepulcro no hubiese estado vacío, de seguro alguien lo habría sabido. Las primeras proclamaciones de la resurrección de Jesús comenzaron a poca distancia de donde había sido sepultado; el sepulcro pudo haber sido revisado con bastante facilidad.
Una explicación que se dio al principio para el sepulcro vacío fue que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo para poder proclamar que había resucitado de entre los muertos. Esta teoría se puede encontrar incluso en literatura cristiana de los primeros tiempos.6
El problema que han encontrado algunos con esta explicación es que los primeros seguidores de Jesús vivieron vidas radicalmente cambiadas sobre la creencia de su resurrección; incluso algunos sufrieron martirio a cuenta de su fe. Esta no parece ser una conducta coherente con gente que estuviera a sabiendas perpetrando un fraude.
Notablemente, el hecho de que esa teoría fuera propagada sirve en primer lugar como indicador de que el sepulcro realmente estaba vacío.
Además se tienen los reportes de muchos de los primeros seguidores de Jesús que realmente lo habían visto y pasaron tiempo con él después del descubrimiento del sepulcro vacío. De acuerdo con escritos cristianos producidos solo veinticinco años después más o menos de la muerte de Jesús, se afirmó que Jesús se había aparecido a varios individuos y a grupos de personas de entre diez a quinientos a la vez.7
Tal vez estas afirmaciones podrían ser descartadas por falsas, pero uno se quedaría tratando de comprender por qué un gran número de personas moriría de buena gana en vez de admitir el fraude.8
El origen del movimiento cristiano mismo es inclusive otra pieza del rompecabezas que debería ser considerado. La iglesia cristiana remonta su historia a Jerusalén en los días inmediatamente consecuentes a la crucifixión de Jesús. Las historias que relatan este origen describen a esos primeros cristianos como comprometidos con la creencia de que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos, creencia que era la base del inicio del movimiento.
La verdadera pregunta es: ¿Cómo hacer encajar todas estas piezas del rompecabezas?
¿Una Explicación Divina?
Recurrir a la intervención divina nunca debería ser nuestra primera opción para explicar un evento.
Sin embargo, en este caso, las explicaciones naturales de estos hechos no han sido capaces de hacer corresponder las piezas del rompecabezas de manera coherente con lo que conocemos de la conducta humana. Esto ha llevado a algunas personas reflexivas e inteligentes a concluir que la única manera de explicar adecuadamente cada aspecto de la historia es aceptar que la resurrección de Jesús efectivamente sucedió.
Considera tú mismo las piezas del rompecabezas. ¿Cómo puedes hacer que correspondan mejor?