Una Mirada más Profunda a: ¿Qué dice la Biblia acerca de quién es Dios?

Una Mirada más Profunda a: ¿Qué dice la Biblia acerca de quién es Dios?

¿Clemente y misericordioso o colérico y celoso? ¿Cómo es el Dios de la Biblia?

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Lo que viene a nuestra mente cuando pensamos en Dios es lo más importante de nosotros.1A. W. Tozer

La palabra “Dios” en sí misma sufre de algunas imprecisiones. Puesto que cada cultura tiene diferentes dioses e ideas acerca de los dioses, la palabra es demasiado genérica para tener cualquier significado real.

Los dioses y diosas del panteón griego tenían nombres como Afrodita, Apolo, Atenea, Hades, Hera y Zeus. Tenían historias personales, fortalezas, y defectos. Al igual que los dioses y diosas romanos. Los hindúes modernos adoran a dioses con nombres como Brahma, Shiva, Vishnu y Lakshmi. Algunos debaten sobre si la pluralidad de las deidades a las que honran se refieren a muchos dioses o distintas manifestaciones de un sólo ser supremo. Los musulmanes hacen reverencia ante un Dios conocido como Alá. Los cristianos recitan credos en alabanza a Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo—lo que ellos llaman la Trinidad (hablaremos más sobre eso más adelante).

Cuando los griegos, romanos, hindúes, musulmanes y cristianos se refieren a “Dios,” lo que quieren decir no es lo mismo. Puede haber algunas similitudes, pero también hay profundas diferencias. La palabra “Dios” en sí misma es como una caja. Es sólo un contenedor vacío hasta que alguien lo llena.

La Biblia cristiana tiene mucho que decir acerca de quién es Dios. A lo largo de la historia, los cristianos han recurrido a la Biblia como fuente autorizada para conocer a Dios. Consideremos algunas de las cosas claves que la Biblia dice acerca de Dios.

El Dios que Habla

La escritura comienza con Dios. Asume que existe. Eso es en parte porque cuando la Biblia fue escrita nadie dijo que no [existe]. ¿Por qué responder a un cargo que nadie está haciendo? Sin embargo, lo que sí nos dicen las Escrituras, es que el Dios que existe habla y se revela a sí mismo en y a través de la creación. Como filósofo y teólogo, Francis Schaeffer famosamente escribió, “Él está ahí y no está en silencio.”2

Ahora, esto no es necesario. Dios pudo haber creado todo esto y retroceder sólo para ver lo que pasaba después, como muchos deístas han creído. Pero la Biblia retrata claramente a Dios como un jugador implicado en la etapa de la historia—hablando, instruyendo, cuidando y redimiendo.

Dios se revela a sí mismo porque quiere ser conocido, pero es imposibles para nosotros conocer a Dios completamente. Como dice la Escritura: “¡Tan grande es Dios que no lo conocemos! ¡Incontable es el número de sus años!”3 Esto no es una sorpresa. No tenemos conocimiento de algo o alguien en su totalidad. Como las criaturas finitas, todo nuestro conocimiento es limitado. Pero incluso aunque no conocemos a Dios completamente, eso no significa que no lo conocemos en absoluto.

El Salmo 19:1 dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos.” En otras palabras, la creación habla; nos dice algo acerca de cómo es Dios. Al igual que una pintura revela algo sobre el alma del artista o un soneto revela el corazón de un poeta, de la misma manera la creación revela algo de la naturaleza esencial de Dios.

Considera esto: Lo que sea que veamos que tiene poder, Dios tiene más. Lo que sea que veamos que es bueno o hermoso, Dios es mejor y mucho más hermoso. Donde vemos creatividad, sabemos que comenzó con Dios. Como escribió el apóstol Pablo, “Cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó.”4

Pero Dios nos ha dado más que la creación para hablarnos sobre sí mismo. Ha hablado con la gente y nos dio su palabra escrita. El Salmo 19:7–10 dice que las palabras de Dios contenidas en las Escrituras son confiables y reflejan los aspectos clave de su naturaleza:

La ley del Señor es perfecta:
            infunde nuevo aliento.

El mandato del Señor es digno de confianza:
            da sabiduría al sencillo.

Los preceptos del Señor son rectos:
            traen alegría al corazón.

El mandamiento del Señor es claro:
            da luz a los ojos.

El temor del Señor es puro:
            permanece para siempre.

Las sentencias del Señor son verdaderas:
            todas ellas son justas.

El Dios que Crea

No tenemos que leer mucho en la Biblia antes de aprender algo importante acerca de Dios. La primera línea del primer capítulo del primer libro nos dice: “Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra.”5 En esta simple frase aprendemos que Dios es el creador de todas las cosas.

Como creador, Dios mismo no es creado. Él existe eternamente. Es antes de todas las cosas y es la fuente de todas las cosas, habiéndolas creado de la nada. Él sabe todas las cosas, y está presente en todas partes en todo momento. Como el eternamente existente, es auto existente y autosuficiente. Eso significa que, a diferencia de los seres humanos, Dios necesita nada fuera de sí mismo. Él no creó al mundo para llenar un vacío dentro de él, y no necesita ayuda de alguien o algo para existir.

Ese Dios que quiere que lo conozcamos como el Creador eterno también está claro de la revelación del nombre personal de Dios. Cuando Moisés le preguntó a Dios su nombre, Dios respondió:

 “Yo soy el que soy—respondió Dios a Moisés. Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: ‘Yo soy me ha enviado a ustedes.’” Además, Dios le dijo a Moisés: “Diles esto a los israelitas: ‘El Señor, [YHWH] el Dios de sus antepasados, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me ha enviado a ustedes.’ Éste es mi nombre eterno; éste es mi nombre por todas las generaciones.”6

Dios divulga a Moisés su nombre: YHWH (generalmente traducido a “el Señor”).7 Ese nombre se basa en una eterna afirmación: “Yo soy el que soy.” En esencia, Dios dijo: “Mi nombre es, ‘Yo existo’—en el pasado, en el presente, en el futuro.”8

En el mundo de la Biblia, los nombres decían algo acerca de la persona que llevaba el nombre. Dios desveló su nombre a Moisés para revelar algo importante acerca de sí mismo—principalmente, que existe eternamente y tiene vida en sí mismo. Los seres humanos nacen y mueren, pero Dios existe por toda la eternidad.

Pero podemos aprender más acerca de Dios por la historia de la creación. Al final de cada día de la creación, Dios examinó lo que había hecho y “consideró que era bueno.”9 Dios no hace cosas que están mal o incluso mediocres. Él hace cosas buenas. ¿Por qué? Porque él es bueno. La bondad esencial de Dios es fundamental para las Escrituras, y como resultado uno puede esperar que también sea bueno hacia sus criaturas.

Como nuestro creador, Dios también es personal. Esta idea es un poco difícil de entender, pero esto es algo que distingue el cristianismo de varias otras religiones.10 Algunas religiones enseñan que Dios es más como una fuerza impersonal o un objeto. Sin embargo, la Biblia, retrata a Dios en un lenguaje que suena extrañamente familiar.

Considera los verbos asociados con Dios: Dios ve. Dios escucha. Dios ríe. Dios llora. Dios ama. Dios rescata. Dios habla. Dios envía. Considera además algunas de las metáforas personales que se utilizan para referirse a Dios: Dios es padre, rey, guerrero y pastor.

El lenguaje utilizado para describir a Dios en la Biblia es decididamente antropomorfo. Es decir, empieza con nosotros abajo para decir algo significativo acerca de Dios en el cielo. Empieza con lo que sabemos para decir algo acerca de quién quiere ser conocido. Pero si, como dijimos antes, Dios no puede ser conocido totalmente, tampoco el lenguaje que encontramos en la Biblia lo describe adecuadamente o agota su naturaleza.

A la luz de todo esto, mira cómo el apóstol Pablo introdujo el Dios cristiano al pueblo politeísta de su época:

Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios.. . . Por tanto, siendo descendientes de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del ser humano. Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan. Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado.11

Dios es el Señor de toda la creación. No necesita nada de nosotros. Él es la fuente de la vida. Él ordenó que los seres humanos habitaran la tierra, y estableció tiempos y estaciones para que las naciones subieran y cayeran. Así que no tiene sentido imaginar que él puede contenerse en una imagen que podamos formarnos.

Dios es justo y él gobierna y juzga al mundo con justicia. Este sentido de justicia o rectitud de Dios es fundamental para la escritura. Dios está siempre bien y busca hacer corregir todo lo que está mal. Esto significa que él recompensa a quienes lo hacen bien y castiga a quienes hacen mal. Pero bien y el mal no son materia de opinión personal o voto popular; Dios determina el bien y el mal. De acuerdo con las Escrituras, al final, la justicia de Dios se extenderá a toda la creación, y restablecerá la creación a lo que debía ser en primer lugar—pura y perfecta.

Ahora, mucho de lo que la Biblia enseña acerca de Dios nos irrita. No nos gusta pensar que Dios es tan poderoso como es, tan bueno como es, o tan justo como es. Algunos prefieren actuar como si no existiese. Pero la Escritura nos dice que su “eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó.”12 Así que no podemos afirmar ignorancia—al menos no por mucho tiempo. Somos “sin excusa.”13

El Dios que Salva

Dios se revela en las escrituras no sólo como el Creador sino también como el Salvador. Al explorar a Dios como creador, nos conocemos a nosotros mismos con su grandeza pura; al explorar a Dios como salvador, examinaremos su maravillosa gracia, la cual se funda en el placer de Dios de mostrar favor a aquellos que no lo merecen.

Comencemos con el primer capítulo del Evangelio de Juan. Su frase inicial puede sonar un poco familiar: “En el principio ya existía el Verbo.”14 ¿Te recuerda las primeras palabras del libro del Génesis: “En el principio Dios creó”? Si es así, entonces has capturado la no-tan-sutil conexión de Juan entre la historia que va a contar y la historia de la creación.

Pero, ¿cuál es esta “Palabra”? Casi inmediatamente, nos damos cuenta que “la Palabra” se refiere a una persona—a un “él,” de hecho.

Echa un vistazo a estas impresionantes líneas de los versículos que le siguen:

  • “Y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. . . . Por medio de él todas las cosas fueron creadas.”15
  • “Vino a lo que era suyo, pero los suyos no lo recibieron. Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.”16
  • “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. . . . Pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el Padre, nos lo ha dado a conocer.”17

Esta “Palabra” no es otra que Jesucristo. Es decir, el Dios que se revela a sí mismo en la creación se ha revelado más plenamente en la persona de Jesucristo. En Cristo, el creador entró en su creación. La humanidad pudo haber sido desterrada de la presencia de Dios en el jardín de Edén, pero en Cristo, Dios se acercó “a buscar y a salvar lo que se había perdido.”18 Y este Dios que caminó sobre la tierra en la persona de Jesús de Nazaret está presente con aquellos que creen en él a través del Espíritu Santo.19

Si has leído con atención, te acabas de encontrar con una de las enseñanzas más elevadas de la Biblia sobre Dios: Dios es tres en uno. O, como los teólogos lo explican, Dios es una Tri-unidad o Trinidad. El teólogo Wayne Grudem ha resumido muy bien lo que se denomina la doctrina de la Trinidad en esta frase: “Dios existe eternamente como tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo y cada persona es completamente Dios y Dios es uno.”20 La identidad de tres-en-uno de Dios significa que son uno en sustancia y propósito aun cuando siguen siendo personas distintas. Líderes de la iglesia posteriores se refieren a la Trinidad como un misterio, aun así, es un misterio firmemente arraigado en la Biblia.

Si crees que esto suena extraño o incluso incomprensible, no estás solo. La Trinidad es una doctrina filosófica y teológica compleja con la cual algunas de las mentes más astutas de la Iglesia han estado luchando por generaciones. Pero un Dios lo suficientemente grande como para haber creado el universo no puede ser explicado por nuestras matemáticas. Aun así, algunos intentan hacerlo. Otros se limitan a decir que es simplemente un misterio y lo dejan así. Lo que está claro es esto: La doctrina de la Trinidad está profundamente arraigada en las escrituras. Aunque es difícil entenderla, el concepto de la Trinidad es nuestra manera de entender las complejidades que la Biblia dice acerca de Dios.

Para poder apreciar completamente todo lo que significa que el Dios Trino es un Dios salvador, tenemos que explorar cómo la gracia de Dios se demuestra a través de las escrituras. Como veremos, no es cierto, como algunos sugieren, que el Dios del Antiguo Testamento es un Dios de ira y el Dios del Nuevo Testamento es un Dios de gracia. Si has leído la Biblia cuidadosamente, verás el efecto completo de la ira de Dios contra el pecado en el Nuevo Testamento.

El auto sacrificio de Jesús decisivamente demuestra la seriedad con la que Dios trata con el pecado. La segunda de Corintios 5:21 dice: “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.” En otras palabras, Jesús se convirtió en lo que somos para que nosotros nos convirtiéramos en lo que él es. Este intercambio en Cristo revela no sólo la disposición de cólera de Dios hacia el pecado, sino también su disposición amable hacia los pecadores. Al mismo tiempo, el Antiguo Testamento está lleno de esperanza y promesas de amor fiel y gracia de Dios. El Antiguo y Nuevo Testamento son simplemente diferentes puntos a lo largo de una historia unificada.

Considera la gracia de Dios en su trato con Adán y Eva en el Jardín de Edén. Dios les dio cada uno de los árboles en el jardín de las delicias para disfrutar; insistió en que no debían comer de un único árbol. Pero Adán y Eva violaron la directiva de Dios. Ellos no confiaban en Dios y, al comer, efectivamente hicieron enojar a su Creador. Después de que la primera pareja desobedecieron a Dios en el jardín, la muerte se convirtió en nuestra realidad.

Pero Dios también le dijo a la serpiente—que la escritura revela haber sido quien tentó a Eva: “Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.”21 Este interesante versículo hace más que relatar por qué algunos seres humanos tienen miedo a las serpientes; anticipa la acción de Dios de revertir todos los efectos del pecado en el mundo. Adán y Eva morirían, pero no enseguida. De hecho, Dios vistió la pareja, les dio muchos hijos y les dio vida por muchos años más. Por eso el nombre de Eva significa, “madre de todo ser viviente.”22 Un Dios meramente justo no haría esto; él simplemente castigaría por los errores cometidos. Pero Dios no sólo es justo; es misericordioso. No sólo es Creador, sino que también es Salvador.

El plan de Dios para redimir el mundo empezó con un hombre, un nómada llamado Abram. Dios se acercó a Abram con una fastuosa promesa de gracia: Una promesa de engrandecer su nombre, de darle tierra, de llenar la tierra con sus descendientes y de bendecir a todo el mundo a través de él. Así que Dios hizo un pacto con Abram y sus hijos, un pacto que existe hasta hoy en día. ¿Merecido? No. Todo por gracia.

La humanidad rechazó—y sigue rechazando—a Dios, pero Dios sigue siendo un Dios gentil y salvador.

La Cruz y la Pregunta

Así que la Biblia revela que Dios es justo y misericordioso. Pero existe una tensión aquí. ¿Cómo puede Dios ser ambas? ¿Cómo puede Dios ser misericordioso con quienes han hecho mal y merecen justicia? ¿Cómo puede ser justo y aún amar a aquellos que no lo son? Si Dios simplemente pasa por alto las fechorías de la gente, entonces no es bueno o justo.

Esta tensión está en el mismo corazón de la Biblia; la persona que está luchando con esto está a punto de descubrir las riquezas de quién es Dios. ¿Cuál es la respuesta? ¿Cómo puede Dios permanecer justo y salvar a los pecadores?

Encontramos la respuesta de un hombre llamado Juan el Bautista, un hombre enviado por Dios como “un testigo” de Jesús.23 Así es como Juan presentó a Jesús: “¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”24

Para los oyentes originales, este anuncio habría traído a la mente la historia del Éxodo. En el Éxodo—la historia más profunda de redención en el Antiguo Testamento—Dios liberó a su pueblo de la esclavitud en Egipto. En una parte específica de la narrativa, Dios los salvó por medio del sacrificio de muchos corderos, cuya sangre fue pintada en las puertas de sus casas. Los judíos celebran anualmente, el sacrificio de la Pascua Judía manteniendo viva la memoria de cómo Dios rescató a sus antepasados y les hizo un pueblo elegido.

Al llamar a Jesús “el Cordero de Dios,” Juan también obedeció las palabras del profeta Isaías. Cientos de años antes del nacimiento de Jesús, Isaías profetizó acerca del “Siervo que Sufre" de Dios que traería la salvación del pecado:

Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca; como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su trasquilador; y ni siquiera abrió su boca. . . . Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará sus días, y llevará a cabo la voluntad del Señor.25

Al referirse a Jesús como “el cordero de Dios, que quita los pecados del mundo,” Juan predijo la forma y el significado de la muerte de Jesús. Todos los cuatro relatos del Nuevo Testamento de la vida de Jesús culminan con su muerte en la cruz. Sus interpretaciones de ese evento son uniformes: Jesús murió en nombre de los pecadores.

Es en la cruz que vemos a Dios como realmente es. Considera cómo los escritores del Nuevo Testamento entienden la naturaleza de Dios con relación a la cruz:

  • “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: En que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.”26
  • “En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia.”27
  • “¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva.”28
  • “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. . . De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús.”29

En la cruz, las múltiples perfecciones de Dios se encuentran en un sólo evento. Al mismo tiempo vemos al Dios de justicia y de amor. Él es justo—no deja que el pecado quede impune. Él es amor—él carga ese castigo en sí mismo. John Piper lo explica de esta manera: “La sabiduría de Dios ha ordenado una manera para que el amor de Dios nos libre de la ira de Dios sin comprometer la justicia de Dios.”30

Si queremos saber cómo es Dios, debemos mirar la cruz, donde se unen la grandeza pura y la maravillosa gracia de Dios en beneficio de los pecadores.

El Dios del Cristianismo

“El cristianismo es la religión principal para tener como su acto central de la humillación de su Dios.”31 Es así como un historiador comenzó su libro sobre la historia de la iglesia. Es cierto. También es cierto que el cristianismo es la única religión cuyo Dios es exaltado por humillación. Mientras reflexionamos sobre quién es Dios—grande y misericordioso, Creador y Salvador, Señor Triuno—también podemos hacerlo con fe. Y podemos esperar más al día cuando adoremos a Cristo, el Hijo eterno, el Cordero muerto y unirnos al coro que dice:

“[Cristo] digno….porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación…. ¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!.... ¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos! . . . Amen.”32

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  1. A. W. Tozer, The Knowledge of the Holy (Nueva York: HarperCollins Publishers Inc., 1961), 1.
  2. Francis A. Schaeffer, He Is There and He Is Not Silent (Wheaton: Tyndale House Publishers, 1972).
  3. La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) © 1999, Job 36:26
  4. Ibid., Romanos 1:20.      
  5. Ibid., Génesis 1:1.
  6. Ibid., Éxodo 3:14–15.
  7. El idioma hebreo escrito originalmente no incluía vocales. Cuando deletreaba, YHWH es generalmente escrito Yahvé.
  8. El origen y el significado del nombre divino se debaten.Véase Ernst Jenni, “Yahweh,” en Theological Lexicon of the Old Testament, ed. Ernst Jenni y Claus Westermann, trans. por Mark E. Biddle (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1997), 2:522–526.
  9. La Santa Biblia, Génesis 1:10,12,18,21,25.
  10. Para un estudio de las diversas religiones y cosmovisión del mundo, véase James W. Sire, The Universe Next Door: A Basic Worldview Catalog, 4th ed. (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2004).
  11. La Santa Biblia, Hechos 17:24–26, 29–31.
  12. Ibid., Romanos 1:20.
  13. Ibid.
  14. La Santa BibliaJuan 1:1.
  15. Ibid., Juan 1:1–3.
  16. Ibid., Juan 1:11–13.
  17. Ibid., Juan 1:14–18.
  18. Ibid., Luke 19:10.
  19. Ibid., Gálatas 4:6.
  20. Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine (Grand Rapids: Zondervan, 1994), 226.
  21. La Santa BibliaGénesis 3:15.
  22. Ibid., Génesis 3:20–21.
  23. Ibid., Juan 1:8.
  24. Ibid., Juan 1:29.
  25. Ibid., Isaías 53:5–7, 10.
  26. Ibid., Romanos 5:8.
  27. Ibid., Efesios 1:7.
  28. Ibid., 1 Pedro 1:3.
  29. Ibid., Romanos 3:23–26.
  30. John Piper, Desiring God: Meditations of a Christian Hedonist (Sisters: Multnomah Publishers, 1996), 59.
  31. Bruce Shelley, Church History in Plain Language, 3rd ed. (Nashville: Thomas Nelson), 3.
  32. La Santa BibliaApocalipsis 5:9–14.
  33. Crédito de Foto: maroti / Shutterstock.com.