No existe un tema religioso más incómodo para hablar que el del infierno. ¿Será real?
Tal vez haya escuchado la gente decir, “Nunca discutas temas políticos ni de religión”. Bueno, no es más cierto que cuando discutimos el delicado tema del infierno. De todos los temas relacionados con la religión, tal vez ninguno es más incómodo que el infierno.
Claro que algunos se deleitan con este tema. Hace setecientos años, Dante escribió sobre el infierno en su poema épico La Divina Comedia. Hoy en día, los fanáticos apasionados cierran los puños, hablan de fuego y azufre, y agitan sus señales de advertencia ante todos los que quieran escucharlos.
Otros hacen bromas sobre el infierno. Cuando se cruzan con sus rivales del otro extremo de la ciudad, los estudiantes de la Universidad de Duke cantan: "¡Vete al infierno, Carolina! ¡Vete al infierno!”. Y, por supuesto, el infierno se ha convertido en el gran superlativo: "una cita del infierno", "un apartamento del infierno", "un trabajo del infierno", "unas vacaciones del infierno".
Un Concepto Aleccionador
Pero el infierno es realmente un tema solemne. Para los cristianos, la Biblia describe a Dios como benévolo, misericordioso, y perseverante. Los cristianos creen que Dios envió a su hijo Jesús a la tierra para ofrecernos la salvación de nuestras malas acciones, darnos un ejemplo a seguir, y crear el camino para una relación significativa con Dios.
Pero ¿qué pasa con aquellos que rechazan a Jesús y eligen no seguirlo? ¿Qué pasa con aquellos que creen que no han hecho suficientes buenas obras para equilibrar sus malas acciones? ¿Hay un terrible destino esperándolos? ¿Existe el infierno?
Hay muchas razones por las que la gente rechaza la cruel idea medieval de que Dios los atormentaría en el infierno por toda la eternidad porque no eran lo suficientemente buenos para él. Pero echemos un vistazo a lo que en realidad dice la Biblia sobre el infierno.
Un Lugar Llamado Gehena
Existe un amplio valle al sudoeste de la ciudad vieja de Jerusalén. En los tiempos bíblicos era conocido como el Valle de Hinnom (en hebreo, gē-hinnom); los griegos lo llamaban Gehena. Este valle había sido una vez un centro de adoración de ídolos y de sacrificios humanos. En la Biblia, el profeta Jeremías describió lo que sucedió y sucedería allí:
“Porque los hijos de Judá han hecho lo que es malo ante mis ojos, declara el Señor. Han puesto sus ídolos abominables en la casa que es llamada por mi nombre, profanándola. Y han edificado los lugares altos de Tofet, en el Valle de Ben Hinnom, para quemar a sus hijos y a sus hijas en el fuego, lo cual Yo no mandé, ni pasó por mi mente. Por tanto guardaos, que vienen días, declara el Señor, cuando no se dirá más Tofet, ni valle de Ben Hinnom, sino el Valle de la Matanza, porque enterrarán en Tofet hasta que no haya más lugar. Y los cadáveres de este pueblo servirán de comida para las aves y las bestias, y no habrá nadie que las espante.”1
Jeremías no pintó un lindo panorama: carne quemada, cadáveres en descomposición: un lugar donde las lombrices y los gusanos engendran. Como tal, el Valle de Hinnom, Gehena, se convirtió en un recordatorio vívido al pueblo hebreo de la clase de auto-destrucción que sucede cuando las personas se alejan de Dios.
Un Lugar de Sufrimiento
Cientos de años después, cuando Jesús viajaba por toda Galilea y Judea enseñando sobre el reino de Dios, a menudo utilizaba el simbolismo de Gehena cuando hablaba sobre el juicio. Para Jesús y sus seguidores, Gehena y todo lo que representaba, lo cual se traduce en español como "infierno", llegó a simbolizar las horribles y destructivas consecuencias de vivir una vida egocéntrica y pecaminosa.2
Es decir, aquellos que persisten en su propio sendero orgulloso y rechazan a Dios están destinados a la destrucción. Serán "arrojados al infierno [Gehena], donde 'los gusanos que se alimentan de ellos no mueren, y el fuego nunca se apaga'".3 Sin duda, estas palabras son fuertes.
Desde nuestro punto de vista moderno y finito, esto no parece justo. Todos estamos de acuerdo en que la justicia es buena, y que la gente debe enfrentar las consecuencias de sus decisiones. ¿Pero no son los fuegos ardientes eternos del infierno un poco mucho? ¿Por qué Dios permitiría que la gente que creó experimentara tan terrible sufrimiento?
Diferentes Puntos de Vista
Algunos cristianos toman el punto de vista de que el infierno es un lugar literal donde existe un tormento consciente. Es el castigo merecido para los que se han rebelado contra un Dios sagrado. Sin embargo, muchos creen que esto es problemático en lo moral y emocional. Para ellos, simplemente no parece correcto.
Como resultado, algunas personas de fe creen que el infierno estará vacío al final, aunque algunos puedan experimentarlo por un tiempo. En su amor infinito, Dios dará tantas oportunidades para que las personas se vuelvan hacia él que todos finalmente optarán por aceptar su gracia y pasar la vida eterna con él.4
Otros creen que la vida eterna con Dios es un regalo, y los que la rechazan simplemente dejarán de existir. El infierno no es un lugar donde uno es castigado eternamente sino un estado de no existencia o de aniquilación. Es como un eterno tiempo de espera que se ha elegido por sobre la presencia y el amor de Dios.5
Estos dos puntos de vista: que el infierno con el tiempo se vaciará o que es un estado de no-existencia, son puntos de vista minoritarios que tratan de conciliar lo que dice la Biblia sobre el infierno, con lo que los cristianos creen sobre el amor de Dios.
Por último, algunos académicos toman una posición mediadora. Argumentan que el término "Gehena" y muchas de las imágenes del infierno en el Nuevo Testamento se mencionan como metáforas.
Por ejemplo, Jesús usó una variedad de términos y frases, además de Gehena, para referirse al juicio eterno o a la autodestrucción. Mientras que hablaba del "peligro del fuego del infierno", también se refirió al juicio como a una "oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes".6
El fuego y la oscuridad no parecen tener mucho sentido si estas imágenes se toman juntas de forma literal. Antes bien, como dicen algunos estudiosos, son descripciones metafóricas de una existencia desamparada.
"Los que se niegan persistentemente a seguir a Jesús, la verdadera imagen de Dios," sugiere el teólogo N.T. Wright, "serán por su propia elección cada vez menos como él, es decir, cada vez menos verdaderamente humanos. . . . Algunas, quizás muchas, de las criaturas humanas de Dios escogen, y escogerán deshumanizarse por completo.”7
Una Elección
No importa cuál punto de vista, si tienes uno, sea una descripción precisa del infierno, deberíamos estar incómodos (por no decir más) con la idea de que cualquier persona pueda enfrentar un futuro así, separada del amor, los designios, y la verdadera humanidad que Dios pretendió que experimentara.
Pero Dios nos ha dado una elección.
Con el fin de honrar nuestra libertad, Dios no nos exige que recibamos el perdón que amorosamente nos extiende. Respeta nuestra capacidad para tomar nuestras propias decisiones. Si rechazamos una relación con él, nos concede nuestro deseo. Pero a aquellos que le aman y anhelan estar conectados con él, él les da la vida eterna.
Tal vez esta es la razón por la que C.S. Lewis dijo: "Al final, solo hay dos tipos de personas: aquellos que le dicen a Dios: ‘Hágase tu voluntad’, y aquellos a quienes Dios les dice, al final: ‘Hágase tu voluntad’. Todos los que están en el infierno lo eligen. Sin esa elección propia, no podría haber infierno.”8