Varios filósofos han señalado y defendido que subyacente a toda nuestra energía y nuestra acción y toda la civilización hay un miedo a la muerte, un terror a la muerte.

La Curiosidad Colectiva

Esto puede ser enmascarado, pero sigue saliendo a la superficie por la mayor parte de nuestro comportamiento. Y dan un ejemplo de cuatro narrativas conectadas a la muerte donde tratamos y respondemos a ella. La primera es la cuestión de prolongar nuestras vidas. ya sea a través de suplementos vitamínicos o jugos o cirugía plástica o tecnología, tenemos un deseo de prolongar nuestras vidas biológicas. La otra narrativa es la narrativa de la resurrección que dice que vamos a recuperar nuestros cuerpos, que Dios nos resucitará. Otra narrativa es la inmortalidad del alma que hay un lugar al que todos iremos incorpóreos, incluso las personas que no creen en esas cosas, a menudo pueden creer que quieren vivir para siempre por el sentido del legado. Que quieren crear un fondo patrimonial o vivir una vida tan convincente para que las generaciones de ahora, los busquen. Así que hay un impulso primario debajo de nuestro comportamiento que desea vivir para siempre. Creo que Jesús aborda este tema casi mejor que cualquiera, y creo que combina todas esas cosas. Jesús promete darnos vida eterna, no sólo una extensión de la vida humana, sino, la misma vida de Dios dentro de nosotros. Él promete resucitar nuestros cuerpos que de alguna manera serán gloriosos como el suyo. Él promete que vamos a tener una eternidad, que habrá un tiempo infinito en el cual nos adentramos en la plenitud del reino de Dios. Y por último, que nuestro trabajo cuenta, que lo que hacemos en esta vida sí importa para bien o para mal. Y nos invita a vivir en maneras que nos lleven a la vida eterna. Por eso pienso que debajo de nuestro comportamiento existe este miedo a la muerte y un anhelo para solucionarlo y de todas las opciones religiosas y las opciones filosóficas, creo que Jesús las entreteje de la manera más convincente y hermosa.