Día 3: Un Rompecabezas con Piezas Perdidas

Idea Central: A veces la vida se siente como un rompecabezas con piezas perdidas, pero es bueno saber que hay alguien más grande que nosotros.

Versículo: “Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; protégeme del temor al enemigo.” —Salmos 64:1

Mensaje para hoy:
Tal vez en tu infancia tuviste la oportunidad de armar un rompecabezas junto a un hermano mayor o alguno de tus padres. Ellos pudieron haberte ayudado señalando, insinuando o diciéndote dónde colocar una pieza. A medida que creciste, progresaste de un rompecabezas de diez piezas a uno de mil piezas. Ahora puedes completar un rompecabezas de tres mil piezas. Al menos que... al menos que pienses que le falta una pieza.

¿Por qué no puedes encontrar esa pieza única para completar esa sección? “¿Dónde está?” Te preguntas. ¡Pero no te detienes! Incluso aunque estás seguro de que esa pieza está perdida, sigues armando el rompecabezas. ¿Por qué sigues trabajando en un rompecabezas si le falta una parte?

La vida es así. Se puede sentir que viene muy bien. Pero luego algo ocurre y de repente sientes un vacío, una oquedad. Te dices a ti mismo que la vida es incompleta. Pero al igual que tu hermano mayor o tus padres cuando eras joven, Dios está ahí para guiarte. Él sabe qué hacer con la pieza perdida. Dios ya conoce el aspecto del rompecabezas de tu vida y él te ayudará a reconstruirlo.

Considera Esto:
¿Por qué pensaría Dios que tu vida aún es digna de ser vivida si no se parece a la fotografía que viene en la caja del rompecabezas?
¿Por qué quiere Dios ayudarte con el rompecabezas de tu vida?

Toma Acción:
Arma un rompecabezas muy simple con un amigo. Por turnos, uno de los dos use una venda en los ojos. El otro, dando instrucciones solamente verbales (sin asistencia con las manos o mirando la fotografía de la caja), le dirá al amigo con los ojos vendados cómo armar el rompecabezas. ¿Cuál es la experiencia? ¿Qué funcionó y qué no funcionó? ¿Aprendiste alguna mejor manera de cómo ayudar a alguien?