Hay algo innato en nosotros que anhela ser amado, pero ¿qué exactamente estamos anhelando?
Antes de que la película, A Night at the Roxbury (traducida como "Movida en el Roxbury" en España y "El Triunfo de los Nerds" en México) nos dejara grabado en la mente la frase, “¿Qué es el amor?”, la gente ha estado tratando de responder a esta pregunta.1
Una simple búsqueda en Google™ de la palabra "amor" ofrece un poco más de un billón de resultados, y cada mes 246,000 personas le preguntan al buscador: "¿Qué es el amor?"2
Mucha música moderna aborda el tema de una forma u otra. Las bibliotecas están llenas de libros, poesías, diarios y tratados filosóficos sobre el tema. Muchos de nuestros programas de televisión y películas están consumidos por la idea del amor.
Entonces, ¿qué es exactamente?
Dada tanta publicidad, pensaríamos que somos todos expertos. Sin embargo, si les pidiéramos a cien personas que nos definieran el amor, obtendríamos cien respuestas diferentes.
De hecho, muchos opinarían que, a pesar de su omnipresencia en los medios y la cultura, el amor es un concepto ambiguo y algo enigmático.
Esta incertidumbre surge en parte del uso extenso de la palabra "amor".
En inglés, la usamos para describir nuestros sentimientos sobre una amplia gama de cosas.
Yo amo el chocolate. Yo amo ir a las montañas. Yo amo a mi esposo e hijos. En cada uno de estos usos, el nivel de intensidad y de relevancia del objeto de afecto varía enormemente.
La Fuente de Amor
Las opiniones están divididas sobre el origen del amor. Los teóricos evolucionistas dicen que el amor es solo una reacción química que conduce a ciertos instintos de procreación.
Geoffrey Miller, basándose en la teoría de la selección sexual de Charles Darwin, propone que: "nuestras mentes evolucionan no solo como máquinas de supervivencia, sino también como máquinas de cortejo."3
Richard Dawkins opina que nuestros genes están preprogramados para reproducirse.4 Si es así, entonces el amor no es más que nuestros genes induciendo cualquier proceso químico que sea necesario para asegurarnos de que nuestra decendencia viva más tiempo que nosotros.
La teoría evolucionista puede explicar la multiplicación de nuestras especies, y de hecho hay reacciones biológicas y fisiológicas que provocan emociones en cualquier persona. No obstante, muchos de nosotros nos sentiríamos insatisfechos con la afirmación de que nuestros sentimientos más profundos provienen de simples interacciones químicas.
Nos emocionan las historias de personas que entregan, inclusive sus vidas, por sus seres queridos: Un marido por su esposa, una madre por su hijo. El amor que motiva este tipo de autosacrificio parece anular nuestro instinto natural de conservación.
La mayoría de los teístas señalan este tipo de acciones y opinan que el amor es algo que se origina fuera de nosotros, con Dios. La Biblia dice que Dios mismo es amor5 y que los seres humanos sabemos cómo amar porque Dios nos amó primero.6 No importa cuál sea su origen, una cosa es segura: nuestra comprensión del amor no es nada clara.
El Amor Agapē
La lengua griega aclara el significado de este concepto elusivo al usar una variedad de palabras para describir los distintos tipos de amor.
El Nuevo Testamento, que fue escrito en griego común, emplea dos de estas palabras: philia y agapē. Philia es la raíz de la palabra inglesa Philadelphia, que significa "amor fraternal". Agapē es amor divino e incondicional, como el amor de Dios por la humanidad.
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo protege, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca falla.El apóstol Pablo7
Agapē supone la disposición de atender los deseos y necesidades de otros antes que los propios.8 El filósofo C. S. Lewis lo definió como "un deseo constante por el máximo bienestar de la persona amada en la medida en que se pueda alcanzar".9
Esta forma de amor agapē va más allá de lo que muchos pensamos que es el amor, tal como se demuestra en estos versos:
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- "Nadie tiene un amor más grande que aquel que ofrece su vida por la de sus amigos."10
- "Ama a tus enemigos y ora por aquellos que te persiguen."11
- "Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio él mismo por ella" (es decir, así como Cristo murió por ella).12
- "Porque amó Dios tanto al mundo que entregó a su único Hijo."13
Estos pasajes transmiten la noción de que le amor es sacrificado, interminable, desinteresado e incondicional.
Amor Verdadero
Cuando estamos en una relación, muchos nos preguntamos: "¿Es esto amor verdadero?" Lo que en realidad estamos preguntando es: "¿Durará esto?"
Hay algo innato en nosotros que anhela ser amado incondicionalmente, estar seguro en una relación sin importar lo que pase; de ser aceptado incluso cuando fallemos o cometamos un error, cuando tenemos mal aliento o estamos sin maquillaje, cuando somos egoístas o insensibles.
Esto es muy diferente del tipo de "amor" egoísta y superficial que Hollywood vende. Muchos de nosotros perseguimos esta idea de amor. Entonces, cuando no dura, quedamos confundidos y desconsolados.
El amor "verdadero" — amor incondicional — debe ir más allá de ese sentimiento difuso y cálido de estar "enamorado".14 Con el compromiso como la base del amor incondicional, el "desamor" no es posible.
Invertimos, nos sacrificamos, damos, decidimos no rendirnos, y así nuestro amor crece. El amor verdadero es amor incondicional. Es un amor profundo y permanente que no es siempre glamoroso o sexy, y aún así es la fuente de alegría, vida y realización verdadera.
Amor Milagroso
Bono, el vocalista principal de la banda de rock U2, habla de este tipo de amor en su canción "Droga milagrosa" (“Miracle Drug”, en inglés). Dice: "Ya estoy harto del amor romántico, Lo dejaría por una droga milagrosa."15
Bono reconoce que, aunque es importante, el amor romántico está incompleto sin un amor agapē más grande, profundo e íntimo. Además, él admite que este amor no es fácil de alcanzar. De hecho, el roquero dice que en realidad es un milagro.
Cuando los seres humanos somos capaces de amar a alguien de manera desinteresada—al punto de sacrificar nuestras vidas—es una experiencia milagrosa. De este modo, podemos encontrar la libertad auténtica, pues nos damos cuenta que no somos esclavos de sentimientos y emociones, los cuales cambian de un día para otro. Más bien podemos aferrarnos a un poder mayor, el Autor del amor. Allí encontramos un amor que no es de este mundo.